Con el surgimiento de los cigarrillos electrónicos, y el éxito que han tenido éstos entre muchos fumadores, han surgido numerosas dudas sobre si el vapor que se expulsa de los e-cig es tan nocivo como el del tabaco y, por consiguiente, si existe un vapeador pasivo. Vamos a resolver las dudas que surgen alrededor de estas cuestiones.
Normativa sobre los Cigarrillos Electrónicos
En 2016 entró en vigor una modificación sobre la Ley del Tabaco impuesta en 2005. Ésta se volvía mucho más restrictiva y afectaba, sobre todo, a los vapeadores. En un primer momento, esta ley lo que buscaba era la protección del “fumador pasivo” pero, ¿es realmente nocivo el vapor de los cigarrillos electrónicos?
Son muchos los que se quejaron sobre esta nueva normativa que impedía a los usuarios, no sólo vapear dentro de los establecimientos, sino que, del mismo modo que el tabaco, no puede hacerlo cerca de parques infantiles, colegios o centros hospitalarios.
Estas medidas fueron tomadas para intentar evitar el fumador pasivo. El tabaco tiene una gran cantidad de sustancias nocivas que no sólo son peligrosas para el fumador, sino también para los de alrededor. Pero esta situación cambia considerablemente con los cigarrillos electrónicos.
Estudios sobre el Impacto de los Cigarrillos Electrónicos
Por primera vez en España, el Departamento de Química Analítica de la Universitat de València junto con la Asociación Nacional del Cigarrillo Electrónico han llevado a cabo un estudio sobre el vapor de los e-cig y el impacto del vapor en espacios cerrados.
El estudio consiste en el análisis de las sustancias del tabaco y cómo afectan estas al fumador pasivo. Del mismo modo, se ha analizado cómo afecta el glicerol y el propilenglicol (sustancias principales de los cigarrillos electrónicos) cuando exhalamos el vapor y si la concentración de estos productos puede afectar de algún modo a aquellas personas que se encuentren cerca.
Los resultados del estudio han sido muy claros: el vapor del cigarrillo electrónico no afecta en espacios cerrados. Esto se debe a sus compuestos, además de que la cantidad de nicotina es básicamente nula y se diluye rápidamente en el ambiente. La glicerina aporta ocho microgramos y el propilenglicol 100 microgramos cuando exhalamos vapor. Estas cifras no producen ningún enrarecimiento del ambiente.
También asegura que lo único que tienen en común el cigarrillo electrónico y el común es la nicotina, por lo demás lo consideran productos totalmente diferentes. El vapor contiene unos 95 nanogramos de nicotina frente a los 670 que tiene el tabaco. Esta cantidad producida por el vapeador resulta casi inexistente en un ambiente cerrado si la persona se encuentra a más de un centímetro de distancia. Aseguran que deberían darse unas características prácticamente imposibles para que fuera mínimamente perjudicial: sería necesario que se produjeran varias caladas seguidas (tres o cuatro) y de duración cercana a los cinco segundos.
Con todos estos datos llegamos a la conclusión de que el cigarrillo electrónico no sólo es mucho mejor para la salud que el tabaco tradicional para los vapeadores, sino que también elimina la existencia del vapeador pasivo al no utiliza compuestos perjudiciales para la salud ni combustión alguna.
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